PROGRAMAR EL CRECIMIENTO
PROGRAMAR
EL CRECIMIENTO EN EL GRUPO ORACIÓN
Objetivos
·
Reconocer nuestra
identidad carismática y su misión
·
Nacer de lo Alto, para
vivir según el Espíritu
·
Descubrir la oración
personal como signo de crecimiento
·
Acoger los carismas y
ponerlos a disposición del grupo y de la Iglesia
·
Dar
testimonio explícito y con la propia vida
El que no nace del agua
y del Espíritu, no puede
entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne
es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu.
Jn 3, 5-6
entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne
es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu.
Jn 3, 5-6
LOS GRUPOS DE ORACIÓN
Los
grupos de la RCCE, se caracterizan por la apertura a la acción del Espíritu
Santo, con el convencimiento de que los prodigios ocurridos el día de
Pentecostés y en la primera comunidad cristiana, también se pueden repetir, y
se repiten HOY en la Iglesia; pues se trata de la misma Iglesia y del mismo Espíritu
que la anima.
La Renovación se confirma en las personas que se ven
transformadas interiormente gracias a la acción del Espíritu Santo y sus
manifestaciones, se sienten nuevas criaturas incorporadas a la misión de la
Iglesia y que se distinguen por una dócil escucha y guía del Espíritu Santo,
siguiendo la orientación de S. Pablo 1 Tes 5, 19-21: “Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición
humana” Ef4, 23-24
¿SE CONFIRMA ESTA EXPERIENCIA EN TODOS LOS MIEMBROS
DEL GRUPO?
Es
muy conveniente preguntarse si todos los que participamos en el grupo de
Oración tenemos conocimiento, sabemos que el Señor quiere darnos un corazón
nuevo y una vida nueva. ¿Venimos al grupo, para ser transformados y purificados
por el Espíritu? El grupo de oración no es otra cosa más en nuestra vida, no
venimos a pasar el rato, a consolarnos de forma pasajera. Somos invitados a
vivir una vida en abundancia y plenitud, a pesar de los problemas que nos
rodean. El deseo del Señor para cada uno de nosotros cambiar nuestro corazón.
Nos dice:
Os rociaré con un agua pura y quedaréis purificados de todas
vuestros impurezas .Os daré un corazón nuevo y pondré dentro de vosotros un
espíritu nuevo. Quitaré de vuestra carne ese corazón de piedra y os daré un
corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi Espíritu y haré que caminéis
según mis mandamientos, que observéis mis leyes y que las pongáis en práctica.
Viviréis en el país que di a vuestros padres, vosotros seréis mi pueblo y yo
seré vuestro Dios.
Ez 36, 25-28.
Ez 36, 25-28.
Para que el deseo de Dios, se haga vida en nosotros,
necesita de nuestra voluntad; apertura de corazón y el deseo de acoger sus
designios en nuestras vidas; es condición imprescindible, redescubrir las
gracias que recibimos en nuestro bautismo y como inicio de un proceso de
conversión, necesario, para llegar a la madurez espiritual, que corresponde a
todo cristiano "revestido de Cristo"
Gal 3,27, por quien somos hijos y herederos de su gloria
Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para
rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que
recibiéramos la filiación adoptiva. Gal 4, 4-5
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para
rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que
recibiéramos la filiación adoptiva. Gal 4, 4-5
Ser hijos del todo Poderoso, tendría que llenarnos
de alegría y esperanza, sin miedos, ni ataduras, libres para vivir en su
presencia; sin embargo, nos puede suceder como a los romanos que habiendo
viviendo en el espíritu, volvieron a ser esclavos de sus pasiones, por lo que
son advertidos de su conducta equivocada.
Vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavos, sino el
espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Padre¡ El
Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios y siendo hijos,
somos también herederos; la herencia de Dios será nuestra y la compartiremos
con Cristo.
Rm 8, 15-17
Rm 8, 15-17
Como hijos y herederos, todos somos llamados a
trabajar en del Reino. Gozamos de tener una misión que cumplir según el
propósito de Dios para cada uno de nosotros. El Señor nos ha llamado de forma
individual. Hermano, el Señor te ha llamado por tu nombre; te ha traído a este
grupo de la RCCE, para que puedas servir al Señor y dar frutos según los carismas
concedidos; si no fuera así te habría llamado a un lugar distinto y te habría
encargado una misión diferente.
MISIÓN DE LA RCCE
La RCCE tiene la Misión de ser Fermento Profético y
Presencia Carismática en la Iglesia y en medio del mundo. Un cristiano con la
Experiencia de Pentecostés, no pasa desapercibido en el mundo.
Para ser fermento profético y Presencia Carismática
en la Iglesia y en el mundo, necesitamos hacer un camino con diferentes etapas
orientadas al crecimiento espiritual, personal y desarrollo de carismas,
reproduciendo la experiencia de Pentecostés donde quiera que nos hallemos, para
lo que proponemos los siguientes temas:
TEMAS PARA EL PROCESO DE CRECIMIENTO
1.
Nacer de lo Alto
2.
Vivir según el Espíritu
3.
La oración personal
4.
Los carismas
5.
Testimonio
1.- NACER DE LO ALTO
Si no hemos nacido de lo Alto, no podremos crecer en
nuestra vida espiritual y viviremos al borde del camino viendo pasar a Jesús,
pero no incorporándonos a su MISIÓN, así andaba Nicodemo, que fue de noche a
ver a Jesús y le dijo:
"Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él". Y Jesús le contestó:
En verdad te digo: El que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Necesitan nacer de nuevo desde arriba". El viento sopla donde quiere, y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu.» Nicodemo volvió a preguntarle: "¿Cómo puede ser eso?" Respondió Jesús: "Tú eres maestro en Israel, y ¿no sabes estas cosas?"
Jn, 3, 5- 10
Nicodemo
era fariseo contemporáneo de Cristo, miembro del Sanedrín, doctor de la Ley y
maestro de Israel. Aún así, tenía alguna dificultad para comprender lo que
Jesús quería decirle. Aunque no aparece como seguidor, observamos que fue un
incondicional del Maestro, y que acogió la verdad de su vida, ante los signos y
milagros obrados por Jesús. Lo descubrimos cuando junto a José de Arimatea, se
ocupa de darle noble sepultura, comprando con su dinero, mirra y áloes para
embalsamarlo. Este hecho, muestra su nacimiento a la vida del Espíritu.
El nacimiento a la NUEVA VIDA, viene precedido de
una oración de FE, que nos hace ver y descubrir la gracia de Dios. Se realiza
una conversión interior, que comprende la transformación de la vida cristiana,
y se reciben fuerzas suficientes, para cumplir la misión que Dios ha confiado a
cada uno, en la Iglesia y en el mundo.
PEDIR LA EFUSIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
La Efusión del Espíritu, la recibimos generalmente,
en el seminario de Vida en el Espíritu. Es una oración de fe y confianza, que
la comunidad eleva a Cristo Jesús, vivo y resucitado, para que envíe su
Espíritu Santo de manera nueva y abundante. El Espíritu, sopla donde quiere y
nosotros no sabemos de dónde viene ni a dónde va.. El Espíritu se manifiesta en
la oración del grupo, en la oración personal, en la alabanza, adoración. Hay
que pedir su presencia con tenacidad; sabemos que Él responde a nuestra
súplica, y la propia Palabra nos invita a pedir:
"Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas
a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del Cielo dará espíritu santo a los que
se lo pidan" Lc 11, 13
2. VIVIR SEGÚN EL ESPÍRITU
Una vez hemos nacido a la Vida Nueva, necesitamos tomar
buenos alimentos para seguir creciendo y pasar de la niñez que refleja la
dependencia de otros, a convertirnos en adolescentes y jóvenes en el Espíritu.
Dentro de este proceso de conversión llegaremos a la madurez en la unidad de la
fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre
maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; Ef 4,13
Pablo indica a los cristianos de Éfeso que habían
empezado con una experiencia muy fuerte del Espíritu, y parece ser que habían
vuelto a las pasiones del mundo.
"No seamos ya niños, llevados a la deriva y
zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y
de la astucia que conduce al error, antes bien, siendo sinceros en el amor,
crezcamos en todo hasta Aquél que es la Cabeza, Cristo" (Ef 4,15).
Vivir según el Espíritu de Jesús, requiere
despojarse del hombre viejo con sus pasiones
que lo van destruyendo, y renovarse por el espíritu desde dentro, revestidos del hombre nuevo,
según Dios, que es el crea en la verdadera justicia y santidad. Ef 4, 17-30
que lo van destruyendo, y renovarse por el espíritu desde dentro, revestidos del hombre nuevo,
según Dios, que es el crea en la verdadera justicia y santidad. Ef 4, 17-30
Somos tentados y caemos en los estímulos del mundo,
que nos separa de la vida abundante del Espíritu; por ello debemos estar
atentos, no nos suceda como a David que peca gravemente, le falta la unción del
Espíritu, y arrepentido pide al Señor:
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, un espíritu
firme dentro de mí renueva; no me rechaces lejos de tu rostro, no retires de mí
tu santo espíritu. Tórname la alegría de tu salvación, y en espíritu generoso
afiánzame.
Sal 51, 11-12.
3. LA ORACIÓN PERSONAL
Orar no sólo es "pensar" en Dios, eso no
basta. Orar es conversar con Dios como se conversa con una persona con la que
le tenemos gran confianza. Es estar a solas, tratando de amistad con Dios,
sabiendo que nos ama. (Sta. Teresa). Como a un amigo íntimo, como algo natural,
nada complicado ni forzado, pero muy importante e indispensable en nuestra
vida...
La importancia de la oración la descubrimos sobre todo
al constatar el lugar que ocupa en la vida de Jesús: “… despidió a la gente, y luego subió al cerro para orar a solas. Cayó
la noche, y él seguía allí solo”. Mt 14, 23.
Jesús enseñó a orar a sus
discípulos
Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Al terminar su
oración, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como
Juan enseñó a sus discípulos". Les dijo: "Cuando recéis decid: Padre,
santificado sea tu Nombre... y así mismo les dijo: pedid y se os dará, buscad y
hallaréis, llamad a la puerta y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, el
que busca halla y al que llame a la puerta se le abrirá”. Lc 11, 1- 9
Dios
escucha nuestras oraciones, nos invita a hablar con Él quiere lo mejor para sus
hijos. La oración es una necesidad del hombre. Dice san Agustín, que nuestro
corazón no halla sosiego hasta que descansa en el Señor. El orar no es una
tarea especialmente nuestra, es un propósito de Dios que ha sido grabado
nuestra en nuestros corazones, como una ley ineludible: Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones, y yo seré
su Dios y ellos serán mi pueblo. Jr 31-33
Perseverar y pedir con fe
Es necesario perseverar en la oración, es una
recomendación de Pablo a los efesios: Vivir
orando y suplicando. Orad en todo tiempo según os inspire el Espíritu. Velad en
común y perseverar en vuestras oraciones sin desanimaros nunca, intercediendo
en favor de todos los santos, vuestros hermanos Ef 6, 18,
Santiago también nos
recomienda:
Si alguno de vosotros ve que le falta sabiduría, que se la
pida a Dios, pues da con agrado a todos sin hacerse rogar. Él se la dará. Pero
hay que pedir con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas
del mar que están a merced del viento. Esa gente no puede esperar nada del
Señor, son personas divididas y toda su existencia será inestable.
Para que la oración, sea una realidad gozosa,
debemos determinar la hora en que haremos la oración personal, cuánto tiempo le
vamos a dedicar y designar un lugar donde me voy a reunir con el Señor.
Proponemos aprender a orar con la Palabra de Dios, que es luz, camino, verdad y
vida.
4.- ACOGER LOS DONES Y CARISMAS
Definición sobre los carismas
según el Concilio Vaticano II.
Son gracias especiales con las cuales el Espíritu Santo
hace a los fieles de cualquier orden aptos y prontos para emprender distintas
obras y servicios, que son útiles para la renovación y el crecimiento de su
Iglesia.
El concilio así mismo dice que no hay que pedir los
dones extraordinarios TEMERARIAMENTE, ni hay que esperar de ellos con
presunción los frutos del trabajo apostólico. Si bien hemos de entender que los
carismas, son gracias concedidas por el Espíritu Santo para la construcción de
su Iglesia. La RCCE, es una parte de la Iglesia; un espacio donde el Espíritu
Santo se muestra generoso en conceder dones y carismas, imprescindibles en la
predicación de la Palabra con Poder, en la realización de servicios y formación
de ministerios, según San Pablo publica en la carta a los Corintios.
Nadie puede decir: "¡Jesús es el Señor!", sino
con un Espíritu Santo. Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es
el mismo. Hay diversos ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad
de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. La manifestación del
Espíritu que a cada uno se le da es para provecho común. 1ª Cor 12, 1-7
¿Cuál debe ser el punto de equilibrio? Quizá pedir
con sencillez al Señor que nos de lo que necesitamos sin decirle lo que nos ha
de dar.
El tercer objetivo de la RCC, Es fomentar la
recepción de carismas, que pueden ser conocidos por cada hermano, como llamada
a una vocación; y a su vez, descubiertos y discernidos por los servidores que
han de distinguir los carismas recibidos por el hermano. Éste, podrá formarse,
e integrarse con la precaución de iniciado, y en función de su correcto
desarrollo, alcanzará servir en el ministerio al que ha sido llamado.
Todos estamos llamados a formar
parte del cuerpo de Cristo:
Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo. Así también Cristo. Un solo miembro no basta para formar un cuerpo, sino que hacen falta muchos. Supongamos que dice el pie: "No soy mano y por lo tanto yo no soy del cuerpo. Dios ha dispuesto los diversos miembros colocando cada uno en el cuerpo como ha querido. Si todos fueran el mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno en su lugar es parte de él. Dios hizo apóstoles en la Iglesia, profetas, maestros; los milagros, el don de curaciones, la asistencia material, la administración en la Iglesia y los diversos dones de lenguas.
1ª Cor 12,12-285
5.- TESTIMONIAR NUESTRA EXPERIENCIA
Si realmente, si nuestra conversión ha sido auténtica,
en nuestras vidas, no podemos quedar callados. Como sucedió a Pedro y Juan ante
el Sanedrín: "No podemos nosotros
dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hch 4, 20).
San Juan, en su primera carta así expresa su testimonio: "Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos también a vosotros para que estéis
en comunión con nosotros, pues nosotros estamos en comunión con el Padre y con
su Hijo, Jesucristo. Y os escribimos esto para que nuestra alegría sea
completa". 1ª Jn 1, 3-4
Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben
confesar su fe bautismal delante de los hombres.
Mt 10,32; Rom 10,9.CIC
Aún, dando testimonio de lo que el Señor hace en
cada persona, no sería suficiente. El testimonio se da con nuestra forma de
vivir, como un auténtico cristiano, que da testimonio de la resurrección de
Cristo, en el intento de responder a las exigencias de la Palabra de Dios.
El testimonio debe darse para:
1.
Dar gloria de Dios y no
para gloria propia.
2.
Centrase en la acción de
Dios, no en las anécdotas de lo que ha ocurrido.
3. Hay que ser breves y concisos
4. Discernir qué cosas no pueden describirse en
público.
PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.
¿Conoces la identidad
carismática y su misión?
2.
¿Tienes la experiencia
de haber nacido de lo Alto y vives según el Espíritu?
3.
¿En tu oración personal
tienes realmente un encuentro con el Señor?
4.
¿Qué carismas has
recibido y puesto a disposición del grupo y de la Iglesia?
5.
¿Das testimonio expreso
de las gracias recibidas y con la forma de vivir tu fe?
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