LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO. 2- Gozo
GOZO, LA PRIMERA MANIFESTACIÓN DEL AMOR
Jesús VILLARROEL
El gozo o alegría espiritual es el segundo fruto del Espíritu que menciona San Pablo en la Carta a los Gálatas. Sigue inmediatamente a la Caridad, que es la raíz de toda vivencia espiritual. En la Caridad o amor se nos da el Espíritu Santo de una manera especial, pues como Amor que es, se expresa en algo semejante a sí mismo. Sin amor no se da el gozo espiritual ni ningún otro fruto.
Donde hay caridad hay gozo y alegría como primera manifestación. Por eso es el segundo fruto del Espíritu. El gozo se origina en la presencia de la persona amada. No es un algo abstracto o poético, es una presencia personal.
Como los demás frutos, se llaman así porque son cosecha. Tienen el carácter de ser algo último, lo mismo que la espiga o la manzana son lo último de un ciclo vegetal. En una personalidad cristiana los frutos son las actitudes en las que cuaja y se expresa dicha persona. Es el resultado último de la acción del Espíritu sobre nosotros.
PASIÓN DEL ALMA
El gozo es un placer o deleite más en la línea del ser que del hacer. Puede decirse que es una pasión del alma, agradable y placentera, un deleite que se alimenta de la persona amada, de su belleza y seguridad, y de todos sus dones y regalos. De esta forma una madre se goza y disfruta con su hijo, un novio con su novia y un amigo con su amigo. El gozo espiritual sería más bien una «pasión» del espíritu en cuanto que éste «padece» y «disfruta» de la presencia amorosa de Dios, de su gracia o de cualquiera de los bienes del Reino de Dios. Este gozo tiene su plenitud en las personas que viven al nivel de los dones y dejan que el Espíritu San to sople fuertemente en sus vidas.EN LA PALABRA DE DIOS
El que lea la Palabra de Dios bajo esta perspectiva, asombrará de cómo el gozo o la alegría es una de sus grandes constantes. Expresiones puras de este fruto del Espíritu se dan casi en cada página de la Biblia, y en la mayoría de sus personajes. No podemos hacer un recorrido ni siquiera somero, pero varios ejemplos son necesarios para calibrar la hondura de este tema.María. —«Se alegra mi espíritu en. Dios, mi Salvador». Esta es la expresión más pura y cristalina de este fruto del Espíritu. El ángel le había dicho: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo», Si leemos el Evangelio de la Infancia, de Lucas, nos sorprenderá la omnipresencia de este fruto en el Espíritu: «Os anuncio una gran alegría». Esto se realiza en los pastores, en Isabel, en Zacarías, en Simeón.
Jesús.—Ya el Evangelio se define como un anuncio gozoso, que va destinado al resto de Israel, a los pobres, a los que tienen su confianza puesta en Yahvé, a los que no pueden merecerlo. Jesús se gozaba en esta voluntad de Dios: «Lleno de gozo en el Espíritu Santo dijo: Yo te bendigo, Padre, porque has revelado estas cosas a los sencillos» (Lc. 10,21). Jesús proclama las bienaventuranzas que son los superfrutos del Espíritu bajo el signo del gozo: «Dichosos cuando os insulten y persigan ... alegraos y regocijaos...» (Mt. 5,11.12).
Los Apóstoles.— En este mismo lenguaje se expresan los apóstoles: Pablo: «sobreabundo de gozo» (2 Co. 7,4). Pedro: «os alegráis con gozo inefable y glorioso» (1 Pedro 1,8). Juan: «para que vuestro gozo sea cumplido» (1 Juan 1,4).
Los motivos del gozo llegan, como hemos dicho, hasta la propia cruz y persecución por el Reino de los Cielos. De los apóstoles se nos dicen frases que superan las condiciones lógicas y normales y entran en la dimensión de la fuerza del Espíritu, y sólo en Él encuentran explicación: «Se marcharon alegres de la presencia del Sanedrín, por haber sido dignos de sufrir azotes y ultrajes por el Nombre» (Hechos 5,41). Y en toda la historia del cristianismo se repite como una constante esta acción del Espíritu: «He llegado a no poder sufrir, dice Teresita del Niño Jesús, porque me es dulce y gozoso todo padecimiento».
¡Espíritu de Jesús: invádenos con tu gozo!
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